Los inspectores de hacienda están cotrolándolo todo
para sancionar la economía sumergida que en nuestro país llega al 25% y explica
en parte por qué un país con tanto paro no está sumido en el caos Han controlado
las casetas en las ferias y ahora se van a pasar por los banquetes de las bodas
y las comuniones. ¿Se implanta así la justicia? ¿A fuerza de decreto y con la
sanción como amenaza?
Hoy hemos rezado con el salmo que el Señor llega
para regir la tierra con justicia. Para los creyentes la auténtica justicia no
es posible sólo con el esfuerzo humano sino que viene de arriba. Decía
Benedicto XVI en la Spes Salvi que no sería justo que en la mesa del reino de
los cielos se sentaran juntos víctimas y verdugos. En el Medievo lo único que
frenaba a los tiranos era la figura del pantocrátor juzgando pintada en las
Iglesias. No era una amenaza para los pobres sino una advertencia para los
poderosos. Una palabra como la de la primera lectura es esperanza para los
oprimidos que no tienen otra esperanza.
Digo bien, esperanza para los que no tienen otra
posibilidad de esperanza, pero no opio para que los oprimidos no luchen por la
justicia. Esperar que la justicia venga de lo alto no significa no hacer nada.
Esa es la advertencia de San Pablo a los tesalonicenses que ni siquiera
trabajaban esperando la vuelta del Señor. La justicia definitiva que un día
vendrá, empieza dentro de cada uno de nosotros y si está dentro no nos es
posible dejar de trabajar por hacer este mundo más justo. Si ante las
injusticias permanecemos impasibles es que no está la justicia dentro de
nosotros.
Y en esa lucha por la justicia nos encontramos con
oposición. Cuando una cristiano tratar de ser honesto y honrado en su trabajo
se hace incómodo y hasta odioso para los corruptos hasta en la propia familia
te buscas problemas si te niegas a vender un piso cobrando dinero en negro. Entre
nuestros hermanos también han perdido la vida muchos por luchar por la justicia
como los jesuitas con Ignacio Ellacuría a la cabeza en el Salvador hace 24 años.
Su ejemplo nos alienta. Jesús nos invita a perseverar y a confiar. Hasta los
cabellos de nuestra cabeza están contados. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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