Estas parábolas son las que recordamos o echamos
mano cuando nos topamos con las dificultades en la evangelización. Nos
recordamos que el Reino de Dios no es cosa de nuestro poder, de nuestra
capacidad, que crece sin que nosotros sepamos cómo y que lo suyo es la pequeñez
del grano de mostaza. Y no decimos esto para conformarnos es la esencia de la
acción de Dios en el mundo, en la historia. Las semillas esparcidas van dando
fruto cuando Dios quiere y cuando las circunstancias lo permiten. Con esta
confianza seguimos sembrando. Por cierto, ya han florecido los almendros. Feliz
día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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