Isaías tiene una experiencia mística en el templo.
Una teofanía, uno de esos encuentros con Dios que el Antiguo Testamento narra
con unos signos que se repiten: ángeles, gloria, la alabanza… ante esta
manifestación el hombre mortal siente que va a morir porque nadie que ve a Dios
queda con vida. Ante la santidad de Dios
Isaías se siente pecador: hombre de
labios impuros en medio de un pueblo de
labios impuros.
En el Evangelio Simón tiene la misma reacción «apártate
de mí que soy un pecador». Pero esta experiencia no tiene lugar en el templo
sino en el lago, en el trabajo, pescando. El carpintero les ha dicho que echen
la red de nuevo, no tiene sentido lo que les dice: ¡pescar a pleno día! Lo que
ha dicho el Maestro se ha hecho. La palabra de este galileo que enseña subido
en las barcas tiene poder. La palabra de Jesús no es la palabra de cualquier
profeta, Simón y los demás captaron mediante el sentido espiritual que es la
Palabra de Dios. La experiencia de la santidad de la visión de Isaías da paso a una
experiencia de Dios en la acción de la Palabra en lo cotidiano. San Pablo
recuerda a los corintios la Palabra, el Evangelio que les fue proclamado y que
les está salvando, que está transformando su vida. ¿Experimentamos nosotros que
la Palabra nos salva? ¿Conservamos la buena noticia que nos ha sido proclamada?
Nos podemos hacer otra pregunta ¿nos estremecemos
ante la acción de la Palabra como Simón? ¿Hemos tenido la experiencia de haber
sido pescados por Jesús por pura gracia como dice Pablo? Sólo son buenos
pescadores de hombres lo que han tenido la experiencia de haber sido elegidos
por puro amor a pesar del propio pecado. San Pablo dice que es el último de los
apóstoles, habla de sí como un aborto. No dice esto para quedar bien. Es su
evangelio, su buena noticia: “lo mismo que me ha pasado a mí te puede pasar a
ti”. Yo también he muerto y he resucitado. Creo que los nuevos evangelizadores
tenemos que mostrar esta actitud y comunicar lo que Dios ha hecho en nuestras
vidas. Si vamos de súper apóstoles tendremos seguidores pero no hombres y
mujeres nuevos. En esta tónica hablaba yo en mis homilías el domingo pasado: “yo
también recibo sobres” y lo ponía en mi estado de Facebook. Porque yo soy
un hombre de labios impuros en medio de
un pueblo de labios impuros, pero por la
gracia de Dios soy lo que soy porque Jesús me ha dicho: no temas desde hoy serás pescador de
hombres. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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