Jonás anunciaba una amenaza, Jesús anuncia una
buena noticia, la conversión de Nínive fue fruto del miedo, la nuestra es fruto
de la fe en la promesa de vida. El miedo es ciertamente más efectivo y se ha
caído en la tentación de utilizarlo en la predicación para provocar la
conversión a lo largo de la historia de la Iglesia. Una cosa es no callarnos
las consecuencias a las que lleva una vida sin Dios y otra hacer de esas
consecuencias el núcleo de la evangelización. El núcleo de nuestra predicación
no puede ser otro que Jesús, él es el signo, es la buena noticia. Dentro de
cuarenta días veremos el signo de amor más grande imaginado. Feliz día y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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