En Israel había una conexión automática entre
enfermedad y pecado. Un enfermo era considerado pecador. Si estaba así algo
habría hecho, y si no él sus padres. Jesús rompe con esa causalidad y no
rechaza a los enfermos. Las multitudes sin cura buscaban a Jesús y él decide
que tiene que dar un paso hacia adelante. Él no es un simple taumaturgo, él no
ha venido sólo a curar, sino a traer una salvación integral a la persona
humana. Sana la raíz de todos los males que es el pecado. No se queda en los
síntomas sino que va a las causas. Sólo él puede ofrecer esa mediación puesto
que es «Dios con nosotros». ¿Somos conscientes del desorden que nuestro pecado
provoca en nosotros, en la Iglesia y en el mundo? Hoy es un buen día para
pensar en ello. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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