Hoy he madrugado a la par de los que entran a clase
a las ocho y media. Hemos repartido algunas octavillas dando los “buenos días”
y ahora estoy en la biblioteca escuchando una versión godspell de Adeste
fideles. Y cuando leo esta palabra «no quiere que se pierda ni uno de estos
pequeños» se me saltan las lágrimas, y surge dentro de mí un celo inmenso por
estos pequeños que entran a clase. Me dan ganas de alzar la voz como heraldo de
Sión, sin temor para que se enteren de que llega un pastor que no les engaña y
que los está buscando. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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