Llevamos un otoño cargado de noticias sobre
injusticias. No cesan los casos de corrupción política, la codicia de las
empresas de ocio que siega vidas como los cinco jóvenes del Madrid Arena,
madres que congelan a sus hijos, la mafia china… son sólo algunos ejemplos que
emergen de la memoria. Todo esto va dejando un poso de pesimismo en nosotros y
terminamos por convencernos de que la justicia no es posible en esta tierra. Los
que miramos más allá nos damos cuenta de que la situación de crisis económica
no tiene únicamente causas de mercado y de política financiera. Hay en el fondo
una crisis de valores que nos ha traído hasta aquí. Un sistema injusto y
multitud de prácticas injustas. La bola de nieve ha ido creciendo hasta
producirse un alud que no podemos controlar.
En medio de esta situación un profeta que proclama:
“suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la
tierra”. El Justo es del linaje de David, no es un ser celestial que desciende
a la tierra. La justicia no viene como intervención divina desde fuera de
nuestro mundo, sin contar con nosotros. A veces nos gustaría que Dios hiciera
así las cosas, que viniera arrasando y poniéndolo todo en su sitio. Dios va
suscitando caminos de justicia desde las mismas personas. Es como si
esperásemos que los políticos solucionaran mediante leyes todos los problemas.
La ley sobre desahucios se ha quedado corta, pero también hay familias que
están cediendo a renta cero sus casas
cerradas a otras familias desahuciadas. Él va colmando de amor y hace que los
que esperan en él rebosen de amor a todos.
Si tenemos los ojos bien abiertos, si estamos despiertos, podremos ver estos
caminos nuevos de justicia. Podremos salir del pesimismo y la desesperanza que
se respira en tantos ambientes. Mientras muchos viven en el miedo y la ansiedad
por lo que se nos viene encima, nosotros levantamos la cabeza porque esperamos
un futuro de porvenir, un mundo nuevo, donde brille la justicia y el derecho. Ese
futuro empieza en la Eucaristía que celebramos. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí,
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