La semana pasada veíamos el rechazo de los
dirigentes religiosos del estilo de Jesús bastante libre respecto a las
tradiciones de los mayores. Hoy en cambio en el Evangelio los pobres en el
colmo del asombro dicen: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar
a los mudos.» Es la persona de Jesús que no deja indiferente a nadie. Jesús es
el cumplimiento de la promesa de Isaías con respecto a los pobres, el Señor
viene a salvar a mudos, sordos, ciegos y cojos. Éstos no son simplemente
enfermos crónicos, disminuidos sin cobertura social. En tiempos de Jesús eran
además podres espiritualmente porque eran considerados parte del grupo de los
pecadores Su enfermedad era fruto del pecado, de ellos o de sus padres. Eran un
grupo discriminado socialmente. Es impresionante las imágenes que utiliza Isaías
para explicar esta misión “han brotado aguas en el desierto, torrentes en la
estepa el páramo será un estanque, lo reseco un manantial”. Son símbolos de
vida, de vida nueva que brota donde no la hay ni hay posibilidad de que ésta se
dé. Al final de este verano tan seco, la tierra clama por el agua del próximo
otoño. De cara a este curso pastoral que se acerca, especial por ser el año de
la fe, confiamos en que brotará la fe en muchos páramos que nos parecen
perdidos del todo.
Podemos aplicarnos esta Palabra en dos
sentidos. El primero a nivel personal dejando que Jesús nos toque y nos diga
“effetá”. Seguro que hay relaciones en las que nos falta escucha o
comunicación. Estamos bloqueados con personas cercanas a las que queremos o con
personas con las trabajamos nos relacionamos. Jesús quiere liberarnos de esos
bloqueos y quiere darnos una nueva capacidad de comunicación, de escucha, como
un manantial nuevo.
Y en segundo lugar podemos escuchar esta
palabra dejando que nos haga reaccionar y nos convierta en liberadores de los
que se ven impedidos por una minusvalía. Sé muy bien lo que esto supone porque
mi madre es ciega. A pesar de que hay muchos medios económicos, sociales,
educativos a disposición de los minusválidos siguen siendo pobres. No siempre
reciben la atención que necesitan, el trato que los haga sentirse con la misma
dignidad que los demás. Pensemos en nuestra actitud con respecto a estos pobres
por los que el Señor siente una especial predilección.
Vivamos esta Eucaristía intensamente con fe
en el poder transformador de Jesús para que salgamos de ella también exclamando
en el colmo del asombro “todo lo ha hecho bien”. Bendiciones y feliz fin de
semana. Para ver las lecturas pincha aquí.

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