Ser elegidos, ser enviados. Es
una de las notas distintivas del seguimiento de Jesús. No andamos tras de Él
por una opción personal sino porque él nos ha elegido. Y no hacemos nada en su
Iglesia sino es como enviados. El
próximo domingo estaré camino de Taizé y ya no podré escribir mis reflexiones.
Estaré allí una semana como preparación para una misión. Sí, voy a Bolivia tres
semanas. Y es algo que yo no he elegido. Mis planes para este verano eran otros
pero unos hermanos requirieron mi ayuda en un proyecto que los Maristas llevan
a cabo allí y después de una Cuaresma de
discernimiento decidí responder que sí que me voy.
Y me voy así, sintiéndome llamado
y enviado. No es esto iniciativa mía, no
me voy por mi cuenta, y no voy solo. Y
aquí me dejo mi bicicleta, mi internet, mi
familia y mis amigos… voy sin alforja, a vivir en condiciones duras e
inesperadas, a una realidad humana y eclesial muy diferente de esta. Voy a continuar la misión de Jesús, a curar y
liberar, a anunciar su buena noticia. Construiré sobre lo que otros han puesto
antes que yo. Será una experiencia que
me marcará estoy seguro. Sólo el Señor sabe lo que me espera y lo que quiere
exactamente de mí.
Con estas letras me despido de
los que siguen mis homilías dominicales. Durante esta semana todavía seguiré a
diario. En este tiempo de verano os invito a preguntaros cuál es vuestra
llamada, cuál es vuestra misión. ¿Dónde
me quiere a mí el Señor, para qué me ha llamado? Creo que es muy importante que
vayamos descubriendo los nuevos retos y que sepamos responder a ellos. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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