domingo, 22 de abril de 2012

SEMANA TERCERA PASCUA DOMINGO



Este fin de semana me encuentro muy místico. Me he fijado sobre todo en el Salmo: « haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro». Pienso en cómo sería el rostro de Jesús Resucitado.  Pedro, Santiago y Juan se acordaría den Tabor. Jesús no es un fantasma, no es un espectro, tiene cuerpo, el mismo que se formó en el vientre de María, el mismo colgó de la cruz, es el mismo pero ha sido transformado. No es simplemente el rostro de un hombre maravilloso sino que resplandece con una luz especial, en él se refleja la gloria de Dios.

Es la misma diferencia entre una escultura y una imagen de un Cristo. Una escultura puede ser magnífica como obra de arte, pero si no tiene ese pellizco de lo sagrado, la unción espiritual, atrae por su propia belleza pero no remite a Dios.  Las imágenes de Cristo (y no todas desgraciadamente llegan a esto) no son concebidas simplemente para ser admiradas artísticamente sino para comunicar, para reflejar a Dios. 

Cuando miro a los niños, veo en sus rostros la luz de Dios, en los adultos esa luz termina por apagarse en muchas ocasiones. Hay personas que sí conservan esa luz, sus rostros resplandecen porque miran a Dios cara a cara y como Moisés reflejan en su rostro la Gloria.  Pienso que es difícil pero a veces nos esforzamos en velar esa luz y no la mostramos. En este Domingo de Pascua miremos a Jesús en la celebración de la Eucaristía. Pensando que cuando muramos veremos en el rostro de nuestro Abogado reflejada la gloria de Dios. Y dejemos que nuestros rostros se impregnen de esa Paz. Mostremos a los demás la belleza del resucitado.  Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

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