Gloriarnos, darnos gloria a nosotros mismos es
diabólico, porque el diablo pretende que nos pervirtamos. Pervertir en sentido
estricto es perturbar el orden o el estado de las cosas. El orden de las cosas
es que nosotros existamos para gloria y alabanza de nuestro creador. Cuando nos gloriamos dejamos de dar gloria a
Dios. Cuando hay envidias y rivalidades
es porque alguien está actuando diabólicamente. Dice Jesús que el demonio de
ese niño sólo podía ser expulsado mediante la oración. Cuando nosotros llevamos
una vida oración diaria, en la que damos gloria a Dios, estamos siendo
vacunados contra este mal. La oración
nos pone en nuestro sitio, en el que por otra parte nos sentimos como pez en el
agua. Cuando uno da gloria a Dios experimenta: «esto es lo mío». Busquemos la
sabiduría que viene de arriba que no es materia optativa, es troncal y se
oferta en todas las titulaciones. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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