Dios está
tan enamorado de la humanidad que hace locuras como los jóvenes enamorados. Los
mensajeros trataron de trasmitir su pasión pero no era suficiente, él en
persona tiene que cortejar a su amada. Corre por los montes y collados como un
cervatillo en el seno de una Virgen. Se hará presente a través de la celosía de
la carne humana. Hablará nuestro lenguaje y nos dirá: “¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!”. Ayer fui testigo de dos de esas yemas que anuncian la
primavera: una madre que llorando me contaba como su hija la hizo ponerse de
rodillas en la Consagración; un estudiante que desde el verano está sintiendo
la llamada de Jesús a seguirle. Los planes del Señor subsisten por siempre, no
deja de llamar desde el otro lado de la tapia. ¡Nosotros aguardamos al Señor!
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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