
Volvemos sobre la necedad. En la parábola se contraponen cinco doncellas prudentes y cinco necias. Las que se olvidan el aceite no son malas, carecen de sabiduría. En los Escritos desde la prisión de Bonhoeffer leemos sobre los necios: “a diferencia del hombre malo, se siente satisfecho de sí mismo… frente a la necedad las razones no surten efecto; el necio deja de creer sencillamente en los hechos que contradicen su prejuicio, y si los hechos son inevitables, simplemente los desecha como casos aislados y sin importancia”. El autor afirma que la necedad no es innata se da en las personas por una serie de circunstancias, los hombres de vuelven necios en ocasiones “porque el ser humano se queda desprovisto de su independencia interna bajo la brumadora impresión del despliegue del poder” (esto los escribe en la cárcel en la Alemania Nazi).
¿Qué nos preocupa más, el ser irreprochables o el saber encauzar nuestra vida? Ésta es una cuestión fundamental: saber administrar nuestro tiempo. Cuando el ambiente social nos inocula la necedad, dejamos de esperar, de estar despiertos, caemos en el pozo del estrés. Somos como hechizados y el anhelo que hay en nosotros de Dios puede apagarse. Sin esperanza perdemos la responsabilidad del auténtico carpe diem. Vamos tirando, sobreviviendo. La sabiduría en cambio no deja de trabajar, se deja ver fácilmente, se anticipa a darse, está sentada a la puerta, busca los dignos y les sale al encuentro. La reciben los que la aman, la buscan y velan por ella.
En el Bautismo fuimos impregnados, y esa unción fue renovada en la Confirmación. Es el aceite para velar y alumbrar. Para mantener encendida nuestra esperanza, el anhelo de Dios como el de la tierra hace semanas reseca sin agua. Aceite que cura como bálsamo consolador. Dice Bonhoeffer que con el necio no valen las razones. Como una esposa que hace unos días me decía que no podía comprender que su marido muriera con 62 años. Probemos con la caridad y la compasión. Salgamos con las lámparas encendidas “como centinelas del mañana” al encuentro de los que el Papa lama “peregrinos de la paz y de la verdad” aquellos que sufren a causa de la ausencia de Dios y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino hacia Él. Feliz domingo y bendiciones.
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