Pude parecer que la Palabra de este domingo nos habla de algo muy concreto como es la corrección fraterna. Pero no es así, nos habla de nuestras relaciones fraternas y si verdaderamente nos interesa el bien espiritual del hermano. Jesús no está hablando de la corrección del superior sobre el inferior que se vive en un orden de subordinación, ni siquiera del padre que corrige al hijo porque se supone que le preocupe que se equivoque. Estas reglas son para el ámbito de la comunidad cristiana donde se viven relaciones de fraternidad. Hermanos que caminan juntos en la fe y se preocupan de cómo andan los demás. Sin fraternidad la corrección tal y como la leemos en el Evangelio no es posible, no es tal.La corrección nace del amor al otro y se ejerce desde la humildad nunca desde la superioridad.
Cuentan que Juan XXIII, siendo arzobispo de Venecia llamó a un sacerdote al que tenía que corregir. Pero antes de hacerlo le pidió que lo confesara. Esta actitud es admirable. El Obispo no quería corregir desde una posición de superioridad: “yo soy mejor que tu y te corrijo”, sino “yo que soy tan pecador como tú me toca corregirte”. Para que la corrección sea tal debe brillar siempre que me preocupas tú.
Podemos haber tenido malas experiencias porque el hermano se haya tomado mal la corrección y al final hayamos salido escaldados. Esto no debe preocuparnos. Lo importante no es que el hermano me lo agradezca, me atienda… eso quiere decir que estoy buscando mi bien y no el suyo. Si busco su bien no debe importarme “sufrir” en todo esto. Y si el hermano no reacciona después de dados los pasos, lo dice Jesús muy claro, no lo consideres ya un hermano, ya no te preocupes de él. La cuestión que yo me hago no es si ponemos o no en práctica esta regla, sino si poseemos el ambiente necesario para poder ponerla en práctica, si nuestras relaciones son verdaderamente fraternas. Esto que tampoco es el simple efecto de nuestro empeño y esfuerzo. Es Jesús el Señor el que en medio de nosotros, cuando nos reunimos en su nombre hace posible la fraternidad. Demos gracias a Dios en la Eucaristía de este domingo por esta realidad. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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