A la medida del Dios de Israel, y sobre todo de su corazón duro, de su fidelidad a plazos, era la norma del repudio. Jesús revela un Dios eternamente fiel. Un amor que no acaba. Quiere hacer del matrimonio signo de este amor, de esta fidelidad. No cabe un amor con fecha de caducidad. Para el mundo esto no tiene sentido. Los compromisos para siempre dan vértigo, (bueno menos el ser funcionario je je), la inmadurez social en que nos movemos no puede soportar un sí definitivo. Este es el principal escollo de cualquier vocación cristiana. Jesús nos ha dado un sí, el es el esposo fiel que se ha entregado por la Iglesia. Alabemos su fidelidad. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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