Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. No dejaba indiferente a Herodes ni a nadie en su época, unos lo seguían y otros lo aborrecían. Quien hoy lo conoce verdaderamente no deja de ser cuestionado para fascinarle o para decidir que no quiere nada con él. Jesús es sal que pica, que pica en la herida, algunos aceptan esa sanación y otros la rechazan. Es un tesoro que te seduce, algunos lo venden todo por él y otros se van tristes porque no son capaces de renunciar. ¿Cómo ando en mi opción fundamental por Cristo? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario