sábado, 5 de febrero de 2011

Domingo 5º TO A

Hace tiempo, ante la imposibilidad de un proyecto pastoral, me intentaba consolar una persona diciendo: “no pasa nada, lo importante no es que se vean las obras, sino que las vea Dios”. Detrás de estas palabras hay una concepción intimista de la fe, en el sentido de que no es necesario que en la vida social se me note que soy cristiano. Es meter la luz debajo del celemín. Es dar la razón a los orgullosos del laicismo que no quieren que huela a cera ni incienso en la calle. Es reducir a la vida cristiana a hacer puntos yo delante de Dios.

Es vedad que esas palabras también pueden ir buscando el cuidarnos de la soberbia o el lucimiento por lo que hacemos. Este es el sentido del antifaz en los nazarenos de Semana Santa, que tu penitencia la sepa sólo el Señor para que no sea una ocasión de vanagloria. Hoy más bien habría que quitarse el caperuz y dar la cara. Ante esto Jesús dice en el Evangelio que la finalidad de nuestro ser sal y luz no es que nos alaben a nosotros y nos hagan reconocimientos. ¡Ay que pena cuando en la Iglesia vamos armándola porque no se nos ha reconocido algo! La finalidad es que viendo nuestras obras den gloria a Dios.

Den gloria a Dios. Es decir, descubran no a personas buenas, o llenas de sabiduría o elocuencia sino a hombres y mujeres transformados por el Espíritu Santo que hacen cosas incomprensibles desde un punto de vista humano. Cristianos cuya caridad es constante, audaz, sin límites. Que cuestionan y hacen ver que por encima de la solidaridad de un voluntario de una ONG existe un amor que se llama CARIDAD que es un verdadero milagro del poder del Espíritu Santo. Cristianos crucificados con Cristo que alivian el sufrimiento de los demás y ayudan a los que sufren a encontrar un sentido trascendente al suyo. Descubran la obra del poder de Dios en nosotros, nada más y nada menos.

No nos iremos a las catacumbas ¡NO! Seguiremos alumbrando con nuestras vidas y dando sabor a nuestro mundo y sanando en tanta herida aunque pique. En la Eucaristía encontramos a este Jesús crucificado y el poder de su resurrección que es fuerza transformadora. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.



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