En una salida en bicicleta me comentaba un colega “Ay que ver el Chino, que hubiera podido ser ciclista profesional no quiso”. Me acordaba de esto al pensar hoy en la santidad y tratar de explicarla como la plenitud de la vida y de la fe. Dice San Juan que somos hijos y aún no se ha manifestado lo que seremos… cada uno de nosotros somos un proyecto de santo o santa. No estamos llamados a ser aficionados o amateur, sino élite.
Sí, todos nosotros , porque los santos no son de otra pasta. Me encantó que se publicaran las cartas de la Madre Tersa donde aparecían sus luchas y sus crisis espirituales, para que así se viera (algunos se sintieron decepcionados) que ella era del mismo material que nosotros. La hermana de Manuel Lozano, beatificado en el pasado junio, nos contaba que la vida de su hermano era muy normal, casi que no se hacía a la idea de verlo en los altares.
La Santidad es plenitud y es don. Es obra del Padre, él nos modela si nos dejamos claro. El nos va transformando a imagen de su Hijo, nos santifica en el Espíritu. La ascesis, nuestro proyecto de vida… son medios ayudas para ser más libres, más dóciles. Plenitud hace referencia a totalidad, a pleno. La santidad no es perfección moral, un santo no es una persona sin pecados o sin fallos, eso no existe. El santo es el que posee una personalidad totalmente integrada en Cristo. Todos los aspectos de su vida van siendo poco a poco integrados en Jesús por obra del Espíritu Santo.
Y la santidad es dicha, es felicidad, lo ha dicho Jesús en el Evangelio. Vivamos como los más felices, no como los "tonticos" que no disfrutan de la vida. No vayamos con cara de cordero degollado dando lástimasa los demás. Los santos contagian su felicidad a los demás y suscitan ganas de ser como ellos. Vayamos nosotros así. Disfrutemos de esta Eucaristía donde el Señor nos santifica, donde nos entrenamos para un día disfrutar de la fiesta que la primera lectura nos describe, el banquete celestial. Felicidades a todos y buen comienzo de semana.
Sí, todos nosotros , porque los santos no son de otra pasta. Me encantó que se publicaran las cartas de la Madre Tersa donde aparecían sus luchas y sus crisis espirituales, para que así se viera (algunos se sintieron decepcionados) que ella era del mismo material que nosotros. La hermana de Manuel Lozano, beatificado en el pasado junio, nos contaba que la vida de su hermano era muy normal, casi que no se hacía a la idea de verlo en los altares.
La Santidad es plenitud y es don. Es obra del Padre, él nos modela si nos dejamos claro. El nos va transformando a imagen de su Hijo, nos santifica en el Espíritu. La ascesis, nuestro proyecto de vida… son medios ayudas para ser más libres, más dóciles. Plenitud hace referencia a totalidad, a pleno. La santidad no es perfección moral, un santo no es una persona sin pecados o sin fallos, eso no existe. El santo es el que posee una personalidad totalmente integrada en Cristo. Todos los aspectos de su vida van siendo poco a poco integrados en Jesús por obra del Espíritu Santo.
Y la santidad es dicha, es felicidad, lo ha dicho Jesús en el Evangelio. Vivamos como los más felices, no como los "tonticos" que no disfrutan de la vida. No vayamos con cara de cordero degollado dando lástimasa los demás. Los santos contagian su felicidad a los demás y suscitan ganas de ser como ellos. Vayamos nosotros así. Disfrutemos de esta Eucaristía donde el Señor nos santifica, donde nos entrenamos para un día disfrutar de la fiesta que la primera lectura nos describe, el banquete celestial. Felicidades a todos y buen comienzo de semana.
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