“Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos”. Así está el Señor e la puerta de la humanidad, y de tantas familias, y de tantos corazones. Como estuvo a la puerta de Zaqueo, el que todos pensaban que no iba a abrir y fíjate, abrió. Y el Señor le dio colirios para poder ver lo que antes no veía y un vestido para tapar su desnudez. Zaqueo dejó entrar a Jesús del todo y su vida se vio transformada. Muchos de nosotros no lo dejamos entrar del todo, lo tratamos como de visita, para un rato, cuando nos viene bien… y claro no somos fríos ni calientes, si nosotros lo dejamos entrar del todo, Él nos sentará junto a su trono. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas: http://www.archimadrid.org/oracionyliturgia/2010/11/16/16112010-martes-de-la-33%c2%aa-semana-de-tiempo-ordinario-2/
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