Actuar sin miedo en la vida. El mayor temor que nos
asalta es el miedo a la muerte. Hoy voy a asistir a dos entierros. Uno de un feligrés
al que no conozco y otro de un sacerdote de 53 años. El cáncer mata el cuerpo
pero no puede matar el alma. Los dos acogieron al Espíritu Santo que los marcó
con su sello. En esta vida han podido conocer a Dios e iniciar una relación con
él. Con este Dios que nos tiene los cabellos contados y no se olvida de ninguno
de sus hijos. Estas palabras me llenan de consuelo en esta mañana de viernes
triste y gris. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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