Esta semana la Palabra sabe a despedida.
Acabamos de escuchar un fragmento del discurso de la última cena que tiene
claros tintes de despedida. Jesús se va al Padre y vuelve a nuestro lado de otra forma. Ya no
estará presente como lo había estado por Galilea, el Jordán o Jerusalén.
Su presencia en el mundo ahora es la
Iglesia. La Nueva Jerusalén que en la segunda lectura de este domingo vuelve a
aparecer. Una ciudad que brilla, al ciudad puesta en lo alto del monte, no
escondida sino puesta como reclamo y señal. Ciudad amurallada. Pero es una
muralla con doce puertas. Luego no es una muralla a la defensiva, con tanta
puerta poco se puede defender. Es una ciudad abierta, acogedora, donde pueden
acudir de todos los pueblos como hemos rezado en el Salmo.
Esta ciudad está cimentada sobre los
apóstoles. Pero no los deja solos. A su Iglesia deja el Espíritu Santo para que
recuerde siempre las claves del proyecto y nos lo enseñe todo. En la primera
lectura ya hemos visto como el Espíritu Santo inspira la solución de un serio
problema. Este domingo de Pascua caemos en la cuenta de la asistencia a la
Iglesia del Espíritu Santo y reafirmamos nuestra fe en esta realidad. El
Espíritu no deja de inspirar a los sucesores de los Apóstoles cómo construir
sobre los cimientos. Es normal que cuando se abren las puestas y hay tanta
corriente, se dé algún resfriado, del que la Iglesia no se muere. Pero hoy, en
este momento histórico, reafirmamos que el Espíritu Santo sigue asistiendo al
Papa y a los Obispos.
Dice San Juan que en la ciudad no hay
santuario. Que es el Señor. Porque toda la ciudad es santuario, todos los que
la formamos somos santuario. El Padre y Jesús vienen a nosotros y hacen morada
en nosotros. Tenemos templos y santuarios preciosos, pero el cristianismo no es
una religión esencialmente de templos. Los Templos somos cada uno de los bautizados.
Y cada uno de nosotros convertimos en sagrado todo lo que vivimos y hacemos. La
mejor manera de ser cristiano en un ambiente secularizado no es encerrarse y
guardar las esencias, sino vivir en medio del mundo como fermento y sal que lo sacraliza
todo. Haciendo presente al Resucitado en todo. Feliz fin de semana y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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