lunes, 2 de mayo de 2016

SEMANA SEXTA PASCUA CICLO C DOMINGO

Esta semana la Palabra sabe a despedida. Acabamos de escuchar un fragmento del discurso de la última cena que tiene claros tintes de despedida. Jesús se va al Padre y  vuelve a nuestro lado de otra forma. Ya no estará presente como lo había estado por Galilea, el Jordán o Jerusalén.

Su presencia en el mundo ahora es la Iglesia. La Nueva Jerusalén que en la segunda lectura de este domingo vuelve a aparecer. Una ciudad que brilla, al ciudad puesta en lo alto del monte, no escondida sino puesta como reclamo y señal. Ciudad amurallada. Pero es una muralla con doce puertas. Luego no es una muralla a la defensiva, con tanta puerta poco se puede defender. Es una ciudad abierta, acogedora, donde pueden acudir de todos los pueblos como hemos rezado en el Salmo.

Esta ciudad está cimentada sobre los apóstoles. Pero no los deja solos. A su Iglesia deja el Espíritu Santo para que recuerde siempre las claves del proyecto y nos lo enseñe todo. En la primera lectura ya hemos visto como el Espíritu Santo inspira la solución de un serio problema. Este domingo de Pascua caemos en la cuenta de la asistencia a la Iglesia del Espíritu Santo y reafirmamos nuestra fe en esta realidad. El Espíritu no deja de inspirar a los sucesores de los Apóstoles cómo construir sobre los cimientos. Es normal que cuando se abren las puestas y hay tanta corriente, se dé algún resfriado, del que la Iglesia no se muere. Pero hoy, en este momento histórico, reafirmamos que el Espíritu Santo sigue asistiendo al Papa y a los Obispos.


Dice San Juan que en la ciudad no hay santuario. Que es el Señor. Porque toda la ciudad es santuario, todos los que la formamos somos santuario. El Padre y Jesús vienen a nosotros y hacen morada en nosotros. Tenemos templos y santuarios preciosos, pero el cristianismo no es una religión esencialmente de templos. Los Templos somos cada uno de los bautizados. Y cada uno de nosotros convertimos en sagrado todo lo que vivimos y hacemos. La mejor manera de ser cristiano en un ambiente secularizado no es encerrarse y guardar las esencias, sino vivir en medio del mundo como fermento y sal que lo sacraliza todo. Haciendo presente al Resucitado en todo. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

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