Releyendo la segunda lectura podemos traducir los
dos mandamientos en el lenguaje paulino. Amar a Dios es abandonar los ídolos
para servir a Dios. Podemos pensar que amamos a Dios pero siempre hay en
nuestra vida cierta dosis de idolatría ¿Qué ídolos tenemos que nos impiden
adorar al único Dios? ¿Qué anteponemos a Dios, a su voluntad, al tiempo que le
debemos? ¿Ocupa Dios en nuestra vida el lugar que se merece?
Amar al prójimo es vivir aguardando la venida de Jesucristo.
Es vivir con responsabilidad, es decir, con la seguridad de que tendremos que
responder ante Jesús de nuestra vida. Dicen unos versos de San Juan de la Cruz
que al atardecer de la vida nos examinarán del amor. Tendremos que dar cuentas
de si hemos empleado nuestro tiempo en amar. La realidad del juicio particular
a cada uno de nosotros es muy importante para la esperanza cristiana. Porque
está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá de lo
puramente finito, que haga justicia frente al malvado y retribuya a los que
hicieron el bien. Si esto no se diera, la última palabra de la historia la
tendría la injusticia. ¡Nadie ni nada respondería del sufrimiento de los
inocentes en tantos siglos y todo estaría permitido! ¿Es esto humano?
En la lectura del Éxodo Dios se presenta como el
defensor de los extranjeros, las viudas y los huérfanos, del pobre que pide
prestado y del prójimo que presta. Entre Egipto e Israel Dios escogió defender
a los más débiles. Dios se pone siempre de parte de los más débiles. Por eso
como dice un eslogan del partido SAIN “Estoy en contra del aborto porque soy de
izquierdas”. Nos viene bien esta palabra en vísperas de Todos los Santos y los
difuntos. Nos viene también bien en víspera de la semana de la pobreza que han
convocado Cáritas y Manos Unidas. Creemos en Dios y por eso creemos en el amor.
Termino con una frase de Rafa, componente de Siempre Así. En un concierto decía
“El amor es lo único que puede hacer al mundo más justo y más feliz”. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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