Está claro que este domingo San Mateo quiere que los
católicos del s. XXI tengamos claro, como cuando se lo decía a los judíos
bautizados, que Dios no hace las cosas como las hacemos nosotros. Sus caminos
no son nuestros caminos; los suyos son mucho más altos y elevados. Para Dios,
aunque a veces pueda parecer incluso injusto, los últimos son los primeros. El
otro día escuché a un político que quería darle la vuelta a la tortilla. Pues
Dios en Jesús se le ha adelantado y se la dio hace mucho. En la cruz Jesús ganó
al último de sus discípulos, aquel que le decía: “acuérdate de mí cuando
llegues a tu reino”. Pues este que fue el último entró el primero con él en el
cielo. Somos muy dados a los derechos
adquiridos por la antigüedad en nuestras instituciones, pues eso poco tiene que
ver con el Evangelio, con el modo de hacer de Dios, con su Reino.
Siguiendo en la clave de la nueva evangelización
hay una frase de este evangelio que me ha llamado mucho la atención. “Nadie nos
ha contratado”. Es lo que le responden al dueño de la viña los que trabajaron
sólo una hora, los últimos. Creo que en nuestras parroquias y comunidades hay
una idea o mentalidad que es un gran error. Pensamos que los que no vienen, no
participan es porque no les da la gana. “Ya saben a qué hora es la Misa, que
tenemos esta actividad... si no vienen es porque no quieren”. ¿De verdad se
sienten invitados y convocados aunque estén bautizados y hayan hecho la primera
comunión o se hayan casado por la Iglesia? Esta concepción en el fondo es una
gran excusa para no ser una Iglesia Misionera.

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