En estos días estamos celebrando las primeras
comuniones. Desde que soy sacerdote todo esto siempre me ha producido una gran
desazón. Ya no me tomo las cosas tan a pecho como hace años, pero me sigue
doliendo que todo esto se haya convertido en lo que se ha convertido. Y en
medio de todo esto me encuentro con hermanos con verdadera hambre de la
Eucaristía. Padres de los niños que hacen la comunión que se emocionan al
confesarse después de mucho tiempo y que viven la comunión como una verdadera
vuelta a casa. Un joven que no pudo ir a Misa el domingo al estar de viaje y
que ayer sentía la necesidad de comulgar. Benditos sean los que no tienen miedo
a sentir hambre de este pan. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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