Seguimos contemplando la pobreza de Jesús. Este
domingo es muy sutil, yo la veo en el hecho de ser completamente rechazado por
las autoridades religiosas de su época. Dice el Evangelio que los judíos habían
acordado expulsar de la Sinagoga a quin reconociese a Jesús como Mesías. Jesús estaba considerado por ellos un
pecador, no puede ser el enviado de Dios. Jesús es marginado por los judíos y
la razón es que pone a las personas por encima de la norma, porque cura a los
enfermos en sábado. Jesús no aprueba el fanatismo religioso. Él se empobrece,
es la luz y rechazado por las tinieblas, y nosotros, que lo confesamos como
Mesías, también rechazados por el mundo, somos acogidos como fue acogido por
Jesús el ciego una vez que lo expulsaron de la sinagoga.
¿En qué nos podemos empobrecer este domingo?
Podemos quitarnos las gafas negras de la ceguera, de la mirada sin fe. En
primer lugar la mirada superficial. Dios no se fija en las apariencias al
escoger a David. ¿Vivimos de apariencias, de imagen? ¿rechazamos a los demás
por la pinta? En segundo lugar las gafas negras del pesimismo que en el fondo
es falta de fe. Si sólo vemos lo negativo, si siempre nos estamos quejando, si
no vemos las acción de Dios en el mundo es que estamos ciegos como los judíos
del evangelio. En tercer lugar la mirada de pecado, la mirada no limpia, el
pecado desfigura la realidad, cuando el pecado se apodera de nuestra mirada
dejamos de ver a Dios.
Si nos desprendemos de las gafas oscuras, seremos
enriquecidos con unas gafas de colores, son las gafas de la fe. Con ellas
miramos más allá de las apariencias, miramos el corazón. Antes de juzgar
analizamos y buscamos comprender. La mirada de fe es capaz de ver como dice el
Papa Francisco el agua que puede ser convertida en vino, es capaz de ver crecer
vigoroso el trigo en medio de la cizaña. La fe nos permite mirar la realidad
con mansedumbre y con esperanza. Y la fe limpia nuestra mirada y como niños,
con mirada nueva podemos mirar a Jesús y ver en él al Pastor que nos ama y es
la luz del mundo. Este domingo los catecúmenos se preguntan si aceptan a Jesús
como la Luz de sus vidas. Y para terminar con el testimonio, el Papa nos pide
que como hijos de la luz veamos en los
pobres y en los últimos el rostro de
Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Feliz fin de
semana y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario