El martes veíamos que la oración si no surge de un
corazón misericordioso no sube, pesa. Hoy vemos otra de las condiciones de la
oración cristiana: la fe. Sabemos a
quién nos dirigimos, con quién estamos hablando. Exponemos la oración ante un
Dios fiel que no abandona a su pueblo como dice la Reina Ester y nos dirigimos
a un Padre bueno como nos dice Jesús. La fe en la oración no es una cuestión
casi mágica: “el que ora con fe lo consigue todo”, es cuestión de confianza. Me
dirijo a quien sé que me quiere y me da cosas buenas porque como decía el
Hermano Roger Dios no puede dejar de amarnos. Feliz día y bendiciones.Para ver las lecturas pincha aquí.
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