Hoy la Palabra de Dios misma es la protagonista.
Tres cosas podemos decir con estas lecturas.
En la primera vemos una actitud de veneración de la
Palabra. Vemos a los Israelitas que antes de escucharla se postran rostro en
tierra. Que lloran emocionados al escucharla. También nosotros nos ponemos en
pie al escuchar el Evangelio en la Eucaristía, lo incensamos, procesionamos el
Evangeliario, lo besamos, el Obispo da la bendición con él. Estos son los gestos y los signos de la
liturgia pero cada uno de nosotros personalmente ¿veneramos y apreciamos la
Palabra de Dios?
Respecto a la segunda lectura podemos preguntarnos
si escuchamos de verdad la Palabra y buscamos en ella guía y sentido para
nuestra vida y la de nuestras comunidades. San Pablo escribía a una comunidad
muy rica en vida espiritual y en la que había problemas de organización. Con
esta enseñanza magistral sobre el cuerpo y los miembros trata de ayudarlos. Es
una clase magistral sobre la unidad en la diversidad y pluralidad. En todas las
comunidades hay tensiones en este aspecto. En la Iglesia universal también con
tantos carismas y movimientos. ¿Escuchamos a la Palabra para que nos oriente en
este momento que vivimos en la Iglesia?
En el Evangelio Jesús lee un pasaje de la Escritura
y se atreve a afirmar que en él se cumple esa Palabra. Esa afirmación es un
acto de fe en que lo que la Palabra dice se realiza. ¿Cuándo escuchamos
nosotros la Palabra creemos lo que dice? ¿no nos quedamos a veces es un “si esto
fuera cierto, si esto se pudiera realizar”? La Palabra nos habla de vida nueva,
de lo que Dios realiza en la historia, de la experiencia de Dios de muchos
creyentes. ¿Es todo esto como una vez me dijo alguien cuentos celestiales?
Veneración, escucha, fe. Tres actitudes ante la
Palabra de Dios que los que seguimos a Jesús no podemos perder de vista en
nuestro peregrinar. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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