sábado, 17 de noviembre de 2012

SEMANA TRIGÉSIMO TERCERA TO CICLO B DOMINGO


Hace un tiempo llegaban a las parroquias bautizados que querían que se eliminase el asiento de su bautismo en el libro de bautismos.  Una sentencia del Tribunal Supremo determinó que los asientos de los libros sacramentales no se rigen por la Ley de Protección de datos porque no son un “libro de socios” y por lo tanto no cabe que un bautizado que no quiere formar parte de la Iglesia (que quiere darse de baja) solicite ser borrado del libro. Esto es interesante porque el bautismo decimos que imprime carácter. Es como una marca indeleble, no se puede borrar. Un día de nuestra vida nos bautizaron y eso  no podemos borrarlo de nuestra historia personal aunque no queramos vivir las consecuencias de lo que ello significa. Los judíos en tiempos del Profeta Daniel, y aún hoy, llevan una marca en la carne que los señala como miembros de Israel: la circuncisión. No había entonces libros donde apuntar a los miembros del Pueblo de Dios.

Dice Jesús que el cielo y la tierra pasarán pero sus palabras no pasarán. Un día Él dijo: «esta es la sangre que se derrama por vosotros y por muchos (multitud incontable), para el perdón de los pecados». Esas palabras están en la Sagrada Escritura, y resuenan cada día en todo el orbe en la liturgia de la Iglesia, y no dejan de repetirse en la liturgia del cielo. Son palabras irrevocables. Ya no hay pecado que pueda hacerlas inválidas. El mal ha sido derrotado definitivamente aunque nosotros veamos colear al enemigo de muchas formas.  Nuestra suerte está en la mano del Señor, con él a nuestra derecha no vacilamos, se gozan nuestras entrañas porque Jesús nos ha enseñado el sendero de la vida y nos saciaremos de gozo en su presencia.

Pueden caerse las estrellas, dejar de lucir el sol y la luna. Puede caer nuestra civilización, muchos valores, desaparecer este mundo tal y como lo conocemos. Puede que percibamos mucha oscuridad y tinieblas, pero si nos fijamos bien hay muchos justos que brillan como lumbreras del firmamento, los santos que recordamos y celebramos y muchos justos que hoy siguen enseñándonos el camino de la justicia. Por eso el Papa nos invita recordar nuestra historia de fe y el testimonio de tantos hermanos y hermanas que profesaron la fe en medio de dificultades más graves que las nuestras. Nosotros somos una generación más que camina entre los consuelos de Dios y las tribulaciones de este mundo y que para las generaciones futuras somos un signo de esperanza. Nuestros nombres van siendo apuntados en el libro de la vida y no pueden ser borrados. La Iglesia vive en una continua primavera. A gozarla¡¡. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.


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