Hace unas semanas escribía una reseña sobre mi
experiencia en la Misión en Bolivia. Hoy la he releído. Hace dos semanas estaba
en Roma y pasé por la puerta de la sede de Obras Misionales Pontificias. Un
sacerdote con una misión muy importante en la Curia Vaticana me contaba que
otros sacerdotes le decían que no comprendían que quisiera volver su diócesis a
retomar la vida parroquial. Me he acordado de todo esto al leer estas
lecturas.
El retrato de Jesús que contemplamos este domingo
es el del siervo compasivo. Los imagineros del barroco tallaron de modo
admirable este Cristo que mueve a la compasión, que sabe lo que es sufrir como
yo. Jesucristo, el único Salvador del mundo, no realiza su misión como las ONG
que en Bolivia llegaron construyendo cocinas italianas y letrinas (que cayeron
en desuso). Proyectos programados desde un despacho en Europa sin haber
convivido con aquellas familias y haber padecido sus carencias y limitaciones. Jesús
no es el sumo sacerdote alejado del pueblo sino el Mesías que nace en un
pesebre y muere en una cruz.
Para que puedan trabajar en Misiones 14.000
misioneros españoles son necesarios muchas oficinas y despachos. Para que
funcione la Iglesia Universal es necesario un aparato burocrático como la Curia
Vaticana. Pero no se nos puede olvidar que los ojos del Señor están puestos en
los que esperan en su misericordia. No se nos puede olvidar que seguimos a
quien no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos.
Damos gracias a Dios por tantos misioneros que están padeciendo con los que
sufren y con trabajos de su alma están rescatando a muchos. Dejemos que la
Eucaristía de este domingo nos modele a la imagen de este Jesús Siervo
compasivo. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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