Podemos imaginar lo que sería una asamblea
eucarística en tiempos de San Pablo, en ella se reunían lo mismo hombres libres
que esclavos. Los últimos de aquella sociedad con los primeros, conscientes de
que ambos de que tienen un Señor en el cielo que es imparcial, que no hace
acepción de personas. ¿Cuál es la puerta estrecha? Poner a los demás por
delante, vivir con espíritu de servicio. De nada sirve haber escuchado al
maestro o haber cenado con él si no lavamos los pies a nuestros hermanos. ¿A
quién lavo yo lo pies? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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