Segundo anuncio de la Pasión. La semana pasada
Pedro trataba de apartar a Jesús del camino de la cruz. Los discípulos siguen
sin entender y andan preocupados en quien es el más importante. Es verdad que
cierta competitividad es estimulante y sana. Yo no veo en estas palabras de
Jesús un reproche a ello. No se trata de no tener aspiraciones, de no esforzarse,
sino de quien está en primer lugar en nuestro orden de preferencias: ¿los demás
o yo? En la segunda lectura Santiago recrimina a los cristianos que la ambición
lleve al asesinato. Quizá nosotros no estamos en ese plan pero sí que hemos
cogido la dinámica de “medrar a costa de los demás”.
Y así nos
va. Este estilo de vida basado en que primero soy yo y luego los demás nos ha
llevado al desastre. Quizá estoy este fin de semana pesimista, es el sabor de
boca que me ha quedado esta mañana al predicar. Pero es que no paro de recibir
ejemplos de esto a todos los niveles. Desde el político en la cárcel por
tráfico de influencias, el empresario que liquida la empresa y deja tirados a
trabajadores y acreedores, del trabajador que se da de baja por la cara, el pensionista
que se gana otro sueldo con chapuzas, el profesional que no quiere factura con IVA,
el particular que tampoco la quiere… a todos los niveles corrupción. Parecemos
adolescentes rompiendo farolas sin darnos cuenta de que esas farolas las pagamos
todos. ¿Qué es el bien común?
Jesús nos propone una verdadera revolución: poner a
los demás siempre primero, lo público, en vez de estar a mi servicio, ponerme
yo al suyo. Poner el bien común como centro de de nuestro interés. En vez de
quejarnos tanto preguntarnos ¿qué puedo hacer yo por mi país? Esto puede
parecer muy friki, y nos echa para atrás. Es lo que dice la primera lectura. El
que se atreve a ir contracorriente la paga. ¿Os imagináis que pasaría si todos
los católicos que van a Misa en España cada domingo nos atreviéramos a darle la
vuelta a la tortilla? Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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