El calendario ha hecho que este año la solemnidad
de San Juan Bautista se celebre en domingo. Es una fiesta muy arraigada en
muchos pueblos, se celebra de muchos modos. Últimamente se está subrayando la
cuestión del solsticio de verano y la raíces “celtas” de las celebraciones del
comienzo del verano. Cuando se fijó la
Natividad del Salvador en el solsticio de invierno, se fijó seis meses antes la
del Bautista. Jesús es el sol que nace de lo alto, con su nacimiento los días
van creciendo más y más. Juan en cambio es el que está llamado a menguar. A
partir de ahora los días irán decreciendo.
Aunque alguno no vean más que la imposición de la
sacralización de fiestas paganas, nosotros descubrimos en todo esto un profundo
significado espiritual atestiguado por
la Palabra de Dios. Juan decía es necesario que Él crezca y que yo mengüe. En
la segunda lectura San Pablo recuerda una de las expresiones de Juan que
aparecen en los sinópticos “no soy digno de desatarle las sandalias”. Juan
evangelista añade dos símbolos: Juan era la lámpara, no era la luz; era la voz,
no era la palabra. Todo esto venía
provocado porque el movimiento del bautista no fue un fenómeno local. En Éfeso
San Pablo se encontró con una comunidad de “bautistas” que no conocían al
Espíritu Santo. Seguramente fue costoso convencer a muchos que debían pasar de
seguir a Juan a seguir a Jesús.
San Juan Bautista siempre me ha cuestionado. Fui
párroco de un pueblo que lo tiene por patrón y una vez prediqué un retiro a
líderes carismáticos basándome en su figura. Me cuestiona si creo comunidades
que siguen a Jesús o que me siguen a mí. Los excesivos personalismos en la
pastoral provocan a veces adhesiones al pastor pero no al Señor. Cuando me
reencuentro con alguien de mis anteriores comunidades y me cuentan que
perseveran, me lleno de gozo y también de tristeza si alguien me dice: “desde
que te fuiste ya no voy por la Iglesia”. Este es un reto continuo en la pastoral.
También se vive en forma de grupo. La pertenencia está condicionada en
ocasiones a las personas que haya. A veces nuestras comunidades son grupos de
amigos o de personas que congenian pero no comunidades plurales y abiertas que
siguen a Jesús. Hoy podemos preguntarnos:
¿por qué estoy yo aquí? ¿hago seguidores de Jesús? Feliz fin de semana y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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