En tiempos de Jesús
los paganos rezaban con unas fórmulas exactas. Los romanos por ejemplo si se
equivocaban en una palabra tenían que comenzar de nuevo porque la oración no
producía el efecto deseado. Era una mentalidad supersticiosa o casi mágica.
Jesús nos advierte no sólo ante esa actitud de fondo sino también en el corazón
con el que oramos. De un corazón resentido no sale una oración que llegue al
cielo. A veces nos preguntamos por qué
no vemos fruto a nuestra oración. ¿te has preguntado cómo andas de perdón?
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario