Que no tiemble nuestro corazón, ni se acobarde. Así
vivía Pablo su ministerio sin miedo, sin cobardía. La paz del resucitado disipa todo temor. El
que vive de cara a Jesús vivo no teme a nada. Cuando tenemos una experiencia de
Vida eterna, nos damos cuenta de que ni la muerte es problema para nosotros. Y
si no tenemos a la muerte ¿a qué vamos a temer? Escuchemos hoy en los labios de
Jesús el don de la paz y escrutemos nuestro corazón ¿qué temores hay en él?
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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