Acaba la vida oculta de Jesús. La mayor parte de su
vida fue como la de los demás. Pasó por uno de tantos, trabajó, estudió,
conoció a personas con las que creó lazos de amistad. Llega el momento de
ponerse en medio. Jesús tuvo que discernir cómo iba a ser su presentación en
sociedad. Tenía la opción de irse a Jerusalén y hacerlo solemnemente en el
Templo para ser ungido por el Sumo Sacerdote. Pero no, este no era el estilo de
Jesús. No fue en el Templo sino en el Jordán ante el profeta Juan. Y no sólo
eso, Jesús quiere ser bautizado, quiere ser solidario, es decir, estar al lado,
de los pecadores. Se arrodilla ante el
que dice que no es digno de desatar la correa de las sandalias.
Jesús habría leído mucho al Profeta Isaías y había
llegado a la conclusión de que su estilo iba a ser el de Siervo. Estos días en
las rebajas podemos ver como hay diferentes estilos de ropa que implican un
estilo concreto de ser y de vivir. El hábito no hace al monje pero el atuendo, sobre todo en los jóvenes,
implica identificarse con unas ideas, unos roles, una forma de posicionarse en
sociedad. ¿Es nuestro ser cristiano un atuendo que cuando no nos interesa nos
lo quitamos? Jesús quiso identificarse con el Siervo de Isaías, que no vocea,
no grita, no apaga el pábilo vacilante ni quiebra la caña cascada. Él quiere
ser el Mesías manso y humilde de corazón,
no el violento, ni el recalcitrante, sí el que no da a nadie por perdido, el
que viene a reconciliar.
La humanidad de Jesús fue ungida en su bautismo.
Recibió todos los dones espirituales necesarios para su misión. Y aún mas, el yo de Jesús, su “ego” fue
perfectamente dispuesto para poner toda su persona al servicio del plan de
Dios. Eso no quiere decir que no tuviera que luchar, fue tentado como todos
nosotros, tentado de servirse en vez de servir. También nosotros estamos “untados”
por el bautismo. El aceite es absorbido por la piel. ¿Hemos dejado que penetre
en nosotros la unción bautismal o es una unción cosmética que sólo afecta a lo
periférico de nuestra vida? ¿Dejamos que el Espíritu Santo nos configure con
Cristo Siervo?
Nos escandalizamos al enterarnos de que los fondos de una fundación son utilizados
para reformar un palacete. Es un ejemplo de la perversión de los medios de una
fundación que deben tener una finalidad ajena al afán de lucro. Escucho
frecuentemente conversaciones en las que se censura a los políticos como
aquellos que solo quieren “untarse”. Pero no seamos hipócritas, en este estado del
bienestar que se nos desmorona ¿Qué uso hacemos nosotros de los servicios
públicos? Ya no hay servicio militar, que parece una tontería pero servía para
crear conciencia de que hay que servir a la Patria que hay que arrimar el
hombro. Hemos llegado a tener una ley de la dependencia para que a nadie le
falte la ayuda necesaria, y es estupendo. Pero entonces ¿Quién sirve
gratuitamente? Los cristianos tenemos la misión de rearmar la conciencia social
de nuestro país recuperando el espíritu de servicio. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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