
El miedo paraliza. El tercero de los empleados de la parábola tuvo miedo de su señor que era muy exigente y no hizo nada. El miedo nos convence de que “no hay nada que hacer”, haga lo que haga, no hay solución. En la situación actual de nuestra economía (y precisamente la parábola va de invertir y producir) hemos pasado del “aquí no hay miedo”, de arriesgarnos en operaciones e inversiones sin freno ni prudencia, al miedo que impide que el dinero se mueva y salgamos de este agujero. Hay una vía media que es la que alaba la Palabra este domingo: El Temor.
El temor no es igual al miedo. El temor es activo, no paralizante, es creativo, es responsable y fructífero. El temor va unido al amor. Los que se aman “temen” hacer algo que al otro le disguste, le incomode, le siente mal. Los que se aman tienen cuidado y antes de actuar o hablar calculan las posibles consecuencias de aquello. El temor se traduce en vigilancia y prudencia. Y no sólo para mi vida y mis necesidades, sino también para las necesidades de los demás como dice le primera lectura: “abre su mano al necesitado, extiende su brazo al pobre”.
Anoche escuchaba a un exorcista famoso responder a esta cuestión ¿Por qué hay posesiones diabólicas? El contestaba: el Señor las permite sobre todo en nuestro momento actual, para que las personas se tomen con responsabilidad su vida. Muchos no creen en el diablo, ni en el infierno, ni en la posibilidad de la condenación. Las posesiones son para muchos, no sólo para el que la padece, una llamada de atención sobre este tema.
San Pablo le dice a los Tesalonicenses que no estén preocupados por las fechas y los plazos. Que estando vigilantes y alertas no hay que preocuparse. Si vivimos como hijos de la luz y del día, no hay que tener miedo. Sólo temor que es uno de los dones del Espíritu Santo y que es fuente de felicidad y bendición para los que lo viven. Feliz fin de semana y bendiciones.
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