lunes, 16 de mayo de 2011

Domingo IV Pascua Ciclo A


Cuántas veces hemos oído decir: “Por ahí no paso”. Pues hay que pasar por Jesús para entrar en Dios porque él es la “Puerta”. En sentido profundo teológico por él tenemos libre acceso a Dios. A través (por medio) de su humanidad glorificada tenemos posibilidad de entrar (es una forma de hablar) en la dimensión de Dios. En un sentido doctrinal no podemos aceptar teoría, escrito, corriente o movimiento que no “entre por Jesús”. Con esto me refiero a pseudoteologías y corrientes que nos ofrecen la salvación o simplemente la felicidad inmediata sin Jesús. Me refiero al reiky, yoga, curanderos, adivinos, brujos… sí, que haber de esto hay y cada vez me encuentro con personas que todavía no han renunciado a Jesús, pero andan poniendo velas a estos santos.

También se dan desviaciones y fanatismos como Devociones marianas sin Jesús, o devociones a Santos concretos sin Jesús, o devociones a una imagen de un Cristo sin Jesús. De todo hay. Una devoción mariana no es auténtica si no me lleva a Jesús. Un día en el Rocío estaba confesando y un Señor se acercó. Decía que no confesaba desde su primera comunión. Y que al mirar a la Virgen había sentido ganas de confesarse. María siempre lleva a Jesús. Porque Él es la puerta.

En lo espiritual personal hoy Jesús quiere que volvamos a renovar nuestra confianza en Él. Ser oveja suya no es ser borregos. Somos libres y racionales (podemos entrar y salir). Ser oveja suya es vivir sabiendo que le pertenecemos, que su voz nos inspira confianza y por eso la atendemos y la seguimos. Seguimos al Pastor que camina delante y nos lleva a pastos abundantes y fuentes tranquilas. Este Pastor que ha cargado con nuestros pecados. Este Pastor lleva en su carne gloriosa las heridas de la Pasión. Al mirarlas todo recelo y ansia de vivir como “cabra loca” (que en el fondo es “yo de este no me fío vete tú a saber”) se desvanecen.

Este Pastor es el Cordero manso que nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus huellas. Ejemplo de amor y perdón. Nos prepara una mesa en frente de nuestros enemigos, una mesa de paz y reconciliación. Comamos su carne inmaculada que sana y libera de todo odio y rencor. Feliz Domingo del Buen Pastor y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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