En esa piscina eran lavadas las ovejas que entraban en la ciudad por la puerta contigua y luego eran subidas al Templo para ser sacrificadas. Allí llevaba postrado este hombre desde hacía 38 años, los que yo tengo, se dice pronto. Jesús, el Cordero de Dios es el nuevo torrente de agua viva que sana. De su costado abierto manará la salvación. Él puede curarnos de nuestras discapacidades en el amor. Cada perdón negado, cada amor retenido, es una minusvalía en lo más esencial que es nuestro mundo afectivo. Incluso un corazón sin vida como el más muerto puede latir de nuevo. Confía en su palabra y ¡LEVÁNTATE! Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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