Jesús se duele de que en las ciudades grandes de
Galilea su predicación no ha dado fruto. Son ciudades ufanas y orgullosas de su
grandeza. Esa actitud es un muro a la salvación, al encuentro con Dios. A veces
necesitamos como Job que nos recuerden quienes somos y qué somos. Cuando
reconocemos nuestra pequeñez podemos dejarnos abrazar por Jesús Él sí existía
antes de la creación del mundo, ha franqueado las puertas de la muerte y conoce
por dónde se va a la casa de la luz. Las ciudades de Galilea no lo reconocieron
y no acogieron la salvación. Nosotros, los pequeños de Dios, dejamos que Él nos
guíe por el camino eterno. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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