Palabra
del Señor Yo me imagino que Pablo se apañaba él sólo y sin embargo casi siempre
trabajaba en equipo. En este caso estaba con él Lucas. También Jesús envía a
los setenta y dos de dos en dos. También Dios no actúa sólo, siempre lo hace
contando con alguno de nosotros: Dios y Abraham, Dios y Moisés… Y nosotros
tantas veces nos dejamos llevar por el individualismo que impera, remando cada
uno por su cuenta esta barca no avanza. Lucas nos presentó el modelo de
comunidad cristiana en los Hechos de los Apóstoles. Eran unánimes y
concordes. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
martes, 18 de octubre de 2016
domingo, 16 de octubre de 2016
SEMANA VIGÉSIMO NOVENA TO CICLO C DOMINGO
El domingo pasado la Liturgia nos invitaba a
fijarnos en la acción de gracias y en la alabanza. Este es la oración de
súplica hecha con fe. El pasado domingo utilicé en la Eucaristía uno de los
prefacios que dice “Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras
bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias,
para que nos sirva de salvación”. Dios no necesita que le alabemos, ni que le
amemos, no es como nosotros que sí necesitamos ser amados y reconocidos por los
demás. Pues él tampoco necesita que le supliquemos, él sabe lo que necesitamos
antes de que se lo digamos. Somos nosotros los que necesitamos orar y pedir.
¿Por qué? porque necesitamos ponernos ante Dios en actitud de súplica. ¿No es
una postura injusta por parte de Dios? No, si no fuera así la soberbia nos
perdería. La oración, como nos dice Santa Teresa que celebramos hoy, es tratar
a solas de amistad con quien sabemos que nos ama. Pero ese trato de amistad no
es entre dos iguales. Dios quiere tener conmigo una relación de amistad, pero
sin dejar de ser Dios, no es mi amiguito ni mi amigote. Es mi Creador, la razón
de mi existencia, la roca sobre la que construyo mi vida. Al suplicar
reconocemos la radical indigencia de nuestro ser, que no somos nada sin Él que
es nuestro aliento. Además, es muy sano que pidamos que lo que necesitamos. Hay
relaciones como en el matrimonio, donde se da por sabido lo que el otro
necesita y, si sabe que yo necesito un beso ¿por qué tengo que pedirlo? Sucede que
a veces reprochamos y pataleamos como niños pequeños en vez de pedir las cosas.
Pues con Dios lo mismo, él quiere tener una relación “muy normal” con nosotros
y no ser el “Genio de la lámpara” aue concede deseos.
Podemos decir muchas cosas de la oración. La segunda
que quiero subrayar es la intercesión. Mientas Moisés tenía levantados los
brazos vencía Israel, cuando los bajaba perdían. El desánimo nos hace perder la
batalla contra el mal, por eso la oración no puede cesar, es como pedalear en
una bicicleta. Si vamos cuesta arriba vamos para atrás. Hace un par de días un
amigo le decía a otro: “Oye, ¿qué paso de ese chico que me pediste que
intercediera? Es por si puedo bajar ya los brazos”. Es una forma de hablar
basada en la lectura de hoy. No podemos bajar los brazos. Y no es que nosotros,
al no dejar de pedalear conseguimos que Dios haga lo que nosotros queremos. Esa
es la mentalidad mágica del que quiere manejar a Dios. Porque, ¿qué es la
intercesión? Es un acto de amor. Cuando yo dedico tiempo y energía a poner ante
Dios a alguien en la oración lo estoy amando. Ahí está el secreto. Al orar por
alguien es como si estuviésemos tirando de él para que se sumerja en la corriente del amor de Dios que es un río
inmenso. Los que oramos ya vamos en esa corriente y al orar por alguien le
tendemos una mano para que se deje llevar con nosotros. Y Dios, que lo puede
todo, no quiere hacer nada sin contar con nosotros. Es como un motor de un
coche estupendo, pero que si nadie activa el contacto metiendo la llave, no se
pone en marcha. Así es la intercesión, es la llave que pone en marcha el motor
de la Misericordia de Dios. Podemos aprovechar este fin de semana para levantar
los brazos por alguien, por retomar la intercesión que quizá abandonamos
desanimados, para incluso orar por alguien a su lado, con su mano cogida y
dejando que escuche nuestra plegaria de amor. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
viernes, 14 de octubre de 2016
SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO VIERNES
Actuar sin miedo en la vida. El mayor temor que nos
asalta es el miedo a la muerte. Hoy voy a asistir a dos entierros. Uno de un feligrés
al que no conozco y otro de un sacerdote de 53 años. El cáncer mata el cuerpo
pero no puede matar el alma. Los dos acogieron al Espíritu Santo que los marcó
con su sello. En esta vida han podido conocer a Dios e iniciar una relación con
él. Con este Dios que nos tiene los cabellos contados y no se olvida de ninguno
de sus hijos. Estas palabras me llenan de consuelo en esta mañana de viernes
triste y gris. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
jueves, 13 de octubre de 2016
SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO JUEVES
Ayer participé en el bautizo de la hija de unos
amigos que han querido que yo sea su padrino. Fue precioso ver la felicidad de
estos padres. El embarazo llegó cuando estaban casi hechos a la idea de que no
llegaría. Esta hija es un verdadero regalo. Vivimos el bautismo de María del
Carmen con mucha profundidad. Al leer la primera lectura de hoy me ha acordado
de esta niña que antes de la creación ya estaba en la mente de Dios y fue
elegida para ser hija suya para alabanza de su gloria. Lo que hicimos ayer fue
hacer palpable mediante el agua, las palabras y los demás signos, el designio
de amor que Dios tiene para esta niña. Para siempre María del Carmen será hija
amada de Dios. Tú y yo también. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
martes, 11 de octubre de 2016
Me decepciona más una persona que ha
querido vivir de una buena imagen falsa que una persona abiertamente
pecadora. Prefiero a un enemigo al que
mirar de frente a un amigo falso. Todos tenemos contradicciones, vivimos con
una irremediable dosis de ambigüedad, nos autoengañamos… pero no se puede
maquinar y vivir con una doble vida, y menos aún los pastores que a veces
cargamos fardos pesados en los demás y nosotros no somos capaces de vivir lo
que exigimos. Esto recuerda el Papa de vez en cuando, no es lo mismo ser
pecador que un corrupto. Empieza a notarse el otoño, es buen momento para
entrar en nosotros mismos y ver lo que hay de fariseísmo. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
lunes, 10 de octubre de 2016
SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO LUNES
Al leer el Evangelio de hoy y los signos del cielo
que le pedían a Jesús en su tiempo me he acordado de que anoche en cuarto
milenio se hablaba de una Monja muy parecida al Padre Pío “Madre Esperanza”. Los
dos arrastran a millones de personas atraídas por los fenómenos místicos
sobrenaturales en sus vidas como los estigmas, bilocación… También se habla del
baile del sol en los lugares de apariciones marianas. El mayor signo que Dios
ha dado a la humanidad es la muerte y la resurrección de Jesús. La cruz es un
signo que puede ser malinterpretado, la muerte de un líder social más que
resulta incómodo y de la resurrección sólo fueron testigos unos cuantos. Los signos que Dios nos ofrece no son demostrables,
no son datos empíricos, no violentan nunca la fe. Invitan, proponen, son brisa suave, no huracán.
Son reflexiones de un lunes temprano. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
domingo, 9 de octubre de 2016
SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO CICLO C DOMINGO
Los que nos movemos en el ámbito de la Nueva
Evangelización hablamos frecuentemente de los conversos. Normalmente son
bautizados que pasan de vivir una fe de costumbre si chispa a descubrir a Jesús
vivo que los ama y los lanza a contagiar a otros su alegría de creer. Los conversos
suelen tener una fuerza y un empuje que los discípulos de toda la vida
sorprende y hasta molesta. Los cristianos viejos pueden pensar y hasta comentar
¿Pero qué se habrá creído este que acaba de llegar a la Parroquia? Empiezo mi
homilía por aquí porque tanto Naamán como el leproso son extranjeros. Ser
extranjero en la Biblia no es cuestión de nacionalidad civil, sino de ser o no
ser del Pueblo de Dios escogido. El Pueblo que en principio es el depositario y
destinatario de la salvación. En nuestra
situación actual los extranjeros son los que llamamos “alejados”, un término
que encierra cierto juicio porque parece que son culpables de estar lejos, y
muchas veces están lejos porque nosotros no los acogemos o no les hemos
invitado siquiera. El amor de Dios no tiene barreras, su Espíritu Santo sopla
donde quiere. Como dice la oración colecta de hoy, su Gracia nos precede, va
por delante de nosotros. Y se derrama y actúa en la vida de las personas cuando
y como quiere. También llega a los extranjeros de nuestras comunidades y actúa
en sus vidas sanando. Hoy ya no hay lepra entre nosotros. La lepra acarreaba
aislamiento y vivir lejos de la comunidad. En este caso Jesús no se acerca a
los leprosos pero en otros sí llega a tocarlos saltándose las prohibiciones. Nos
llama este domingo a acercarnos a los leprosos de nuestro barrio, a los que se
sienten alejados e incluso excluidos de nuestra Parroquia para que sepan que
los estamos esperando.
La Palabra de Dios hoy nos muestra una segunda
cosa. El proceso de fe que hizo el leproso samaritano. Los diez fueron curados
porque creyeron en la palabra de Jesús. Él los envió a los sacerdotes y ellos
se fiaron de esa palabra y se pusieron en camino esperando que la lepra iba a
desaparecer. Esa confianza es admirable, pero se queda en “vaya que poder tiene
para curar este profeta de galilea”. Es la confianza que podemos tener en
nuestro Fisio, médico o terapeuta de cualquier tipo. Uno de los diez descubrió
algo más. Sintió la necesidad, pasando de la mediación de los sacerdotes por
cierto (eran los que certificaban si la lepra estaba curada y permitían
reintegrarse a la comunidad) de volver para encontrarse con Jesús. Se dio la
vuelta alabando a Dios. Ese hombre descubrió que su curación era “acción de
Dios”. En ese suceso y sobre todo, en la persona de Jesús, Dios salía a su
encuentro. En la línea de las teofanías del antiguo testamento, este hombre
descubre “Dios está aquí” primero alaba a grandes gritos y se postra para
adorar a Dios en Jesús. Son tres pasos: descubrir la acción de Dios, alabar y finalmente
adorar. La alabanza es la que hace de enlace entre la experiencia y la adoración. La
alabanza rompe el marco de una relación con Dios interesada basada en lo que
Dios me aporta utilitaristamente, a y lleva a la adoración, al reconocimiento
de la santidad de Dios. Empezamos dando
gracias a Dios por lo que nos da, pasamos a alabarlo porque nos ama gratuitamente
y terminamos adorándolo porque es Santo. ¿Alabas tú a Dios? Mientras no alabes
no avanzas en tu relación con él. Feliz
domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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